ARISTÓTELES
“El primer principio es el mejor”
Introducción.
Dentro del caudal enorme de conocimientos estructurados, sobre “el ser en tanto que ser”, que la Historia de la Filosofía le debe a Aristóteles, destaca el concepto del “motor inmóvil” que dio pie al monumental trabajo de la Suma Teológica de Santo Tomás de Aquino, para la demostración racional de la existencia de Dios.
Dicho concepto sigue siendo fuente de estudio y referencia invaluable para profundizar en el insondable conocimiento del Creador.
Aristóteles, en su Libro XII de la Metafísica, comienza explicando que, “hay tres esencias, dos sensibles, una de ellas eterna y la otra perecedera; […] esta última son las plantas, los animales, […] la esencia sensible eterna, [y] la tercera esencia [que] es inmóvil.” (p. 253).
En relación a las ciencias competentes para su estudio dice Aristóteles que, “las dos esencias sensibles son objeto de la física, porque son susceptibles de movimiento. Pero la ciencia inmóvil es objeto de [la filosofía primera], puesto que no tiene ningún principio que sea común a ella y a las dos primeras” (p.254), por lo que la esencia inmóvil queda exenta de la sujeción al tiempo.
“Hay necesariamente una esencia eterna, que es inmóvil.” (p.260), y el objetivo de este ensayo es demostrarlo siguiendo a Aristóteles, mediante el análisis del Libro XII de la Metafísica.
El movimiento.
Es importante resaltar la observación de Aristóteles sobre aquello que, en el ser, es susceptible de cambio y, aquello que no lo es, ¿cómo descubrir lo que permanece siendo siempre lo mismo?, si “la sustancia sensible [la materia] es susceptible de mudanza” (p. 254), y sin embargo hay algo que permanece y hace que el ser sea lo que es a pesar de los cambios.
Aristóteles sigue el proceso deductivo de eliminación, definiendo primero lo que es el movimiento, y lo que lo causa, para después comprobar la posibilidad de la existencia de un ser, que como primer principio sea inmóvil y, al mismo tiempo, capaz de generar movimiento.
Primero establece que, todo movimiento es un cambio y en este sentido declara que, “hay cuatro clases de cambio: cambio de esencia, de cualidad, de cantidad, de lugar” (p.254), estos cambios, por supuesto, no se dan en sí mismos, sino en el ser del que son atributos, por lo tanto se requiere indagar la situación del ser para que éstos cambios sean posibles, el ser en cuanto compuesto, tiene dos coprincipios que son substancia y accidentes, y ambos son susceptibles de cambios, o movimientos del ser: “el ser en potencia y el ser en acto” (p. 254).
Por lo tanto, el movimiento es el paso del ser de la potencia al acto, y lo siguiente es descubrir qué inicia tal movimiento, por lo que Aristóteles se remite a los principios, buscando demostrar la existencia de un primer principio, que de no demostrarse conduciría al absurdo de una infinitud de principios que, por supuesto, ya no serían tales.
Los principios.
Por lo anterior, Aristóteles describe “tres principios: dos constituyen la contrariedad, de una parte la noción sustancial y la forma, de la otra la privación; y el tercer principio es la materia.” (p.255), pero ninguno de ellos puede ser el primer principio, porque sus características suponen un antes y un después, por lo que se requiere que, “fuera de estos principios [haya] el primero de todos los seres, el motor de todos los seres.” (p.258).
Aristóteles busca, mediante la razón, este primer principio, que debe ser uno, por lo tanto simple, y eterno, por lo tanto inmóvil.
Estas características imprescindibles en el primer principio excluyen la materia, por ser ésta compuesta y sujeta a cambio, en cuanto que, “el cambio tiene una causa y un fin. La causa es el primer motor, el sujeto es la materia, y el fin es la forma.” (p.255).
Otra consideración importante en cuanto al movimiento es en relación al ser agente y/o sujeto de movimiento, Aristóteles conceptualiza como “arte” el “principio que reside en un ser diferente del objeto producido”, en contraste con la “naturaleza” que es el movimiento que “reside en el objeto mismo.” (p.255).
Debe existir un ser cuyo movimiento inmanente y trascendente no dependa de ninguna otra causa, debe entonces, existir una causa incausada.
“Los principios primeros de todos los seres son, de un lado, la actualidad primera, es decir, la forma, y de otro la potencia” (p.259), la relación del primer principio con el movimiento queda evidente, lo que sugiere además una sucesión de principio tras principio hasta el infinito, lo cual Aristóteles ya ha descartado como imposible, puesto que, “si la sucesión periódica de las cosas es siempre la misma, debe de haber un ser cuya acción subsista siendo eternamente la misma.” (p.261).
“Hay también algo que mueve eternamente, y como hay tres clases de seres, lo que es movido, lo que mueve, y el término medio entre lo que es movido y lo que mueve” Aristóteles establece que, “es un ser que mueve sin ser movido, ser eterno, esencia pura y actualidad pura.” (p.262).
Las causas.
Aristóteles define cuatro tipos de causas: la causa eficiente, la causa material, la causa formal y la causa final, de las cuales, “las causas motrices tienen la prioridad de existencia respecto de las cosas que producen; las causas formales son coetáneas con estas cosas.” (p.256).
“Nada se mueve por casualidad; es preciso siempre que el movimiento tenga un principio” (p.261), y “que su esencia sea el acto mismo” (p.260).
La explicación que da Aristóteles a la causa final es “lo deseable y lo inteligible [que] mueven sin ser movidos […]. Porque el objeto del deseo es lo que parece bello, y el objeto primero de la voluntad es lo que es bello” (p.262), y ése es el fin del movimiento, “de esta manera lo bello en sí y lo deseable en sí entran ambos en el orden de lo inteligible.” (p.262).
El motor inmóvil.
“El principio de todas las cosas [es] el bien por excelencia” (p.271), el bien conocido por la inteligencia y deseado por la voluntad.
Aunque Aristóteles no tiene el concepto de Dios Creador, sí concluye que, “el ser inmóvil mueve como objeto del amor, y lo que él mueve imprime el movimiento a todo lo demás.” (p.262).
“El motor inmóvil es, pues, un ser necesario; y en tanto que necesario, es el bien” (p.263), al que el resto de los seres son atraídos, “la vida y la duración continua y eterna pertenecen, por tanto, a Dios, porque esto mismo es Dios.” (p.263).
Conclusión.
Es por lo tanto posible la demostración de un primer motor, causa necesaria, inteligente y libre, que pone en movimiento todo cuanto existe, “una esencia eterna, inmóvil y distinta de los objetos sensibles […] que no puede tener ninguna extensión, que no tiene partes y es indivisible. Ella mueve, en efecto, durante un tiempo infinito.” (p.264).
El libro XII de la Metafísica, compendia todo lo que se puede deducir del ser en cuanto primer principio, motor inmóvil, causa incausada y fin último.
Y así como se puede conocer el ser en cuanto primer principio así también se pueden conocer al resto de los seres por sus fines, “el principio en la misión de cada cosa en el Universo es su naturaleza misma; […] y todos, en sus funciones diversas, concurren a la armonía del conjunto.” (p.270).
“Hay unidad en los números, en el alma, en el cuerpo, y en general unidad de forma y de objeto […] en virtud de la causa motriz.” (p.272).
El orden del universo sugiere una inteligencia ordenadora, cuyo poder es infinito y eterno, por lo tanto único, puesto que más infinitos se limitarían mutuamente, Aristóteles citando a Homero, concluye que, “el mando de muchos no es bueno, basta un solo jefe.” (p.272, cita de Homero, Ilíada).
Bibliografía.
Aristóteles. Metafísica. (18ª. ed.). México. Editorial Porrúa. 2011.